"El fragor de la batalla le ensordecía los oídos. La sangre de sus enemigos y la suya propia le nublaba la vista. El campo rezumaba olor a sangre. Sus brazos se movian sólo por incercia. Sólo tenía clara una cosa: dar muerte o morir en el intento; y él no quería morir.
No le gustaba como iba la batalla. Perdían cada vez más hombres y su estrategia no daba frutos. Eran demasiados. Se imponía una acción que cambie el rumbo de los acontecimientos. Una acción tan debastadora como suicida: derrotar a su jefe.
Tenía que avanzar a escondidas, que no le vieran. Tenía que salir de ese prado que se estaba convirtiendo cada minuto que pasaba en un camposanto. Llegó al bosque arrastrándose a duras penas, pues la herida de la cabeza le hacía marearse y la de la pierna le impedía andar erguido, pero la determinación de acabar con el enemigo era más fuerte que cualquier dolor físico.
El sotobosque le abría nuevas heridas, pero no le importaba. Su finalidad era mayor que cualquier daño.
Finalmente llegaba a su objetivo: la tienda de mandos de su rival. Tenía que estar en ella. Se escurrió bajo la lona y allí lo tenía. Sólo. De espaldas a él.
Intentó ponerse de pie, pero la pierna le falló y cayó estrepitosamente al suelo. Su rival se giró. Empuño la espada. Se la puso delante de los ojos y fas eajñlkj sdae jkldsk
- Pare. Pare! T'has tornat a quedar dormint escribint! Em vas dir que em portaries a veure els animals!
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1 comentario:
Lo que hay que ver...
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