Antonio recorrió los últimos metros de la calle Segovia silvando una canción que había escuchado esa mañana tomándose el café.
Al final de la calle se encontraba, des del 1987 tal y como reza el rótulo que cuelga de su entrada, el Bar Bacas, especializado en patatas bravas y pinchos de tortilla. Y en ese local entró al tiempo que se aflojaba la bufanda del cuello.
Dentro el ambiente era el de siempre. Humberto, el barman, limpiando vasos en la barra de madera de pino de la que solía jactarse pues él mismo la cortó y la talló. En una de las mesas redondas estaban jugando al domino con cara de gran concentración Aureliano, Benicio, Pedro y Julián. Este último levantó la cabeza e izo a Antonio un gesto para que se uniera a la partida, gesto al que él respondió con ademán de dirigirse a otra de las mesas.
Al quitarse el abrigo para sentarse, entraron por la puerta un par de quinzeañeros que se dirigieron con rapidez a la máquina de tabaco, a la vez que un hombre de unos cuarenta años salía cuarto de baño situado al lado de la exprendedora para tomar asiento frente su cerveza y su pincho de tortilla de patatas, magistralmente cocinada por doña Geltrudis, la señora de Humberto.
De otra de las mesas se oía la discusión de una pareja acerca de la jornada laboral de la mujer, pues parecía que su jefe la obligaba a trabajar más de lo estipulado y le quitaba tiempo en la vida conjunta, según el marido.
Mientras tanto, Humberto miró a Antonio, quian tras pensar unos segundos, le respondió que lo de siempre y abrió el diario para enfrascarse en la lectura de los sucesos internacionales...
Fragmento de los incidentes acontecidos la tarde del día 19 de Enero de 1998
sábado, 15 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Magnífic relat costumista. Esperem continuació.
Publicar un comentario